El Enemigo Invisible.

Salir a la calle suponía un millón de problemas para el Jardinero del Kaos, miles de enemigos a los cuales enfrentarse, aunque el más grande de ellos vivía dentro de su cabeza. “El enemigo invisible”.

Daba pasos gigantes por momentos, luego los reducía a cortas distancias, a veces pisaba con las puntas de los pies, zigzagueaba de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, caminaba de costado como cangrejo. Todo parta derrotar a uno de los siervos del “Enemigo invisible”: “la calle”.
Y “la calle” tenía sus maneras de jugárselas duro al Jardinero. Una de ellas eran las baldosas, si el Jardinero pisaba una de las líneas divisorias entre ellas se moría, si pisaba una de las divisiones de alquitrán en el asfalto de la calle, se moría. Si no caminaba en una hilera par de baldosas contando desde la pared, se moría. “La calle” no hacía concesiones, era así de cruel, ante cualquiera de estas faltas y contaba con algunos aliados como “el trafico”. Si aquel automóvil que venía a una cuadra y media pasaba al Jardinero y llegaba a la esquina antes que el se moría, así que no solo debía luchar contra las baldosas, si no que debía hacerlo rápido. Ya no recordaba como era esto de luchar contra el “enemigo invisible”, dentro de su casa el no podía hacerle nada al Jardinero, pero aquí en su propio terreno de juego podía despedazarlo como un sapo después de encontrarse con el neumático de un auto.
Era domingo, ya lo sabemos y el único pro que tenían los domingos era la minúscula cantidad de personas que transitaban la vía pública, “las personas” otro de los aliados del “enemigo invisible”. Ellos con sus miradas indiscretas, penetrantes e inquisidoras podían hacer fallar al Jardinero en su camino al rescate de sus amigos.
Se detuvo en la esquina de seco, por poco logró vencer al Renault Clío que avanzaba desde el final de la calle. Respiró profundo, estaba agitado, los kilos de más no venían solos, su resistencia había bajado considerablemente, jadeaba como un perro después de perseguir un automóvil y eso que ni siquiera había corrido.

-Esto no va a ser fácil –pensó.

Llevó su mano hacia el bolsillo interno de su sobretodo y sacó su reproductor mp3, se colocó los auriculares, en sus respectivas orejas, el de la R en la derecha y el de la L en la izquierda si no ya se imaginan…se morían. Le dio play y allí continúo la lucha, un nuevo enemigo que reemplazaba a “la calle”. Con ustedes “El beat”. En este caso el Jardinero debía sincronizar sus pasos con la batería de las canciones, por ejemplo pie izquierdo bombo, pie derecho tambor, o hi-hat abierto un pie, cerrado otro…claro era sencillo de llevar a cabo en temas como Rock and roll al nite de Kiss, pero deberían intentarlo con uno de Black metal. ¿Complicado? Si y además este caminar al estilo Groucho Marx aumentaba la mirada de “las personas”.
Pero ya tuvimos demasiado del Jardinero…mientras tanto en el sótano/bunker…

-¿Jugamos piedra, papel o tijera?

-María, con todo respeto, no te conozco, pero esa es la idea más pelotuda que alguien pueda expresar en una situación como esta –dijo Blue.

-Tu amigo es un idiota Coyote.

-Definitivamente, yo juego corazón.

-Genial, es increíble lo que un tipo es capaz de hacer por ligarse una chica. Piedra, papel o tijera ¿Qué viene después veo veo? –dijo Blue.

-Siiiii, sería buenísimo –comenzó María –Veo veo…

-¿Qué ves?

-¡Una cosa!

-¿Qué cosa?

-¡Maravillosa!

-¿De que color?

-Mmmmm…verde!!!

-Genial, tenés visión de rayos equis y me estás mirando los calzoncillos –respondió Blue.

-No, de verdad vas a comportarte así todo el tiempo. Coyo y yo estamos tratando de ponerle onda a este cautiverio que vos causaste…

-¿Qué yo cause?...un momento “Coyo”??? ¿Te dijo Coyo? Jajajajajajaja…

-Sos un pelotudo Blue. ¿Cuál es tu problema? –dijo Coyote.

-Bueno, el principal es haber nacido, supongo que si pudiera viajar en el tiempo y ponerle un condón a mi padre lo haría.

-Aquel tanque de guerra en miniatura –dijo Coyote.

-Siiiiii. Acertaste!!! ¡Otra vez! Veo, veo…

-¿Que ves?...


El Jardinero se seguía acercando al bunker/sótano, esta vez corría al ritmo de “Blitzkrieg bop” por el parque Rivadavia, si todo salía bien en apenas unos minutos solo tendría que cruzar la avenida mas larga del mundo para llevar a cabo su misión.


-¿Un enano montado en un dragón?

-No, es un cisne, ¿no te das cuenta?

-Me daría cuenta si tus sombras chinescas fueran buenas ¿podemos dejar de jugar a estas estupideces de campamento? –protestó Blue.

-¿Qué carajo te pasa? ¿Es por la pelotuda esa de tu ex? –preguntó Coyote.

-Seh…

-Se suponía que nos íbamos a encontrar y estoy acá encerrado, se va a ir, la llamo y no me contesta…

-Es una obsesión lo tuyo con esa piba, date cuenta que ya terminó. Justo ahora después de…cuantos ¿cuatro, cinco años? Se le ocurre aparecer y vos te desquicias arrastrándonos a esta hermosa situación.

-Hey, se supone que mis acciones te sacaron de ese limbo quántico en el que estabas dando vueltas, si eso es verdad ¿Dónde estabas realmente?

-Ya lo expliqué. Alguien lanzó un sigilo que abrió un portal a otras realidades y tú estabas ahí, y tú estabas ahí también, pero no eran ustedes, es decir eran ustedes viviendo otras realidades. Ya voy a escribir un libro de todo esto.

-Suena poco creíble ¿Qué es un sigilo?

-Una técnica mágica por la cual se pueden obtener algunas cosas, me lo explico uno de los “Jardineros” de las otras dimensiones. Lo que aun no ha podido figurarme es quién querría “sigilar” que yo me fuera de paseo.

-Me parece curioso todo esto.

-Chist…hey, ¿están ahí? –dijo una voz que venia de una de las rejillas de ventilación.

-Llegó la caballería –dijo Blue.

Ahora la cuestión era ¿Cómo demonios los iba a sacar el Jardinero de allí abajo?

La conclusión en el próximo post!!!