María de los Milagros Schnaub.

Habían pasado veinticuatro años en esta tierra, veinticuatro años muy raros, cambiantes.

Mamá era católica apostólica romana muy devota, papá en cambio se denominaba “alcohólico apostólico romano” y le rendía un culto desmedido a Baco. No fue fácil para la niña desenvolverse en un ambiente así. Todo iba bien hasta que mami decidió enviarla a un internado para niñas. La señora Martínez Lynch ya estaba vieja para estas cosas, estaba pisando los cuarenta y cinco, ya había criado a tres hijos y María de los Milagros había sido precisamente eso, un “milagro”, no la esperaban en absoluto, hasta el quinto mes de embarazo mamá pensó que era un bolo fecal, después de la ecografía que confirmo que aquello en el interior de la señora no era una pelota de mierda si no una niña nada volvió a ser igual. La niña había llegado para arruinar los planes de retiro de mamá Delia. Para destruir los planes de divorcio de papá Ernesto. Había llegado para ser inoportuna.
Inoportunamente llegó al colegio de las hermanas de la inmaculada concepción para descubrir que el padre Salvador disfrutaba tocando a las alumnas pupilas del colegio. Inoportunamente le contó a su madre lo que había visto, quien le dio una cachetada y le dijo que se callara la boca (la señora Delia era de las personas que creían en lo oportuno de una cachetada a tiempo). Si “Dios” permitía que seres como el padre Salvador, como su madre, como papá Ernesto y como las monjas que la golpeaban en las palmas de las manos con varas de madera cada vez que María de los Milagros cuestionaba algo, ese no era el “Dios” que merecería respeto de ella. Tenía doce años cuando comenzó a interesarse por las artes oscuras y por lucifer. No llegó a terminar la primaria en ese colegio, cuando intento trazar un tentáculo con sangre en el púlpito de la parroquia el padre Salvador se ocupo de firmarle la expulsión.
De vuelta a casa ya despojada del uniforme de marinerita que llevaba en el colegio de monjas, se reconstruyo a si misma. Y por mas que papá movió influencias solo logro cupo en un colegio publico…en el turno noche.
Creció de golpe, conoció gente que de otra manera no habría conocido, escucho música que definitivamente no habría pasado en oído censor de las monjas del internado y quemó etapas. Fue punk con los pelos de colores y alfileres de gancho en las orejas, fue alternativa (no confundir con alternatonta) con camisa de leñador de franela y borcegos, fue de las huestes del metal en todas sus variantes (clásico, death, Black) y así mutando pasó los cinco años que duró su estadía en el secundario.
Se dio el gusto de tirarle el titulo a mamá en la cara. De decirle a papá que se metiera la plata de la matricula de la universidad en el orto. Pasó los siguientes dos años mutando, conociendo gente…y a otros seres que se hacían llamar “gente” y tenían un estaño apego a Adolf Hitler y toda la parafernalia del tercer Reich…
Los siguientes años fueron de militancia, de leer el mein kampf y pretender que era aria…todo hasta que conoció a un tipo…el tipo que justo ahora estaba parado en la puerta del baño donde ella se había encerrado.
-María, podés salir por favor –dijo Coyote casi suplicando.

-¡Dejame en paz!

-¿Podemos hablar?

-Yo quería hablar hace dos años, ahora es tarde.

-La cuestión es esta: acabo de volver de un viaje a una realidad paralela o algo que no se como mierda explicar.

-De todas las excusas que me dijeron alguna vez, creo que esta es la más pelotuda.

-Pero es verdad. Me pasan cosas raras todo el tiempo. Ahora mismo detrás de esa puerta hay un enjambre de nazis que quieren matarme porque le partí una guitarra en la cara a un anciano en silla de ruedas…

-¿Qué hiciste que?

-Le partí una…

-¡Si, ya te escuché idiota! –dijo María mientras abría la puerta del baño con cara de espanto.

-Ahora tenemos que ver como salimos de este sótano. Yo recordaba que se comunicaba con el local de al lado, pero parece que no…

-Chicos, mientras ustedes hacían esta recreación del dúo pimpinela, yo hablé con el Jardinero y lo convencí para que venga a sacarnos de esta –dijo Blue con el teléfono en la mano.

-¿Vos sos el chico que chocó conmigo en el parque?

-Si, ya se que no tenemos mucha confianza, pero tengo una duda que me carcome el alma… -comenzó Blue.

-No te atrevas… -lo atajó Coyote.

-¿Qué? Le iba a preguntar por que tenía el mein Kampf forrado con un papel de Winnie Poh.

-Ah.

-¿Pensaste que le iba a preguntar si la tenía depilada con el bigotito hitleriano?

Continúa…