Legión del Kaos. Cuestión de Sangre. Segunda Parte. (por Galán de Barrio)

Si, si, la segunda parte de esta apasionante historia escrita por el Galán de Barrio, maestro de las letras. (Y no me está cobrando nada) Continuamos con mas Titanes en el... digo...Legión del Kaos.

Parte 2 de 3

Varios guerreros con lanzas, arcos y flechas comienzan a aparecer bordeando el horizonte. El que había asesinado al anciano se dirige ahora hacia Pulque:

-¿Y tú quién eres?

El luchador se pone en guardia. Los guerreros levantan sus armas.

-¿Por qué lo mataron? ¿Quiénes son ustedes?
-Somos la Guardia Especial. No está permitido hablar con extraños, y menos fuera del Fuerte. Si no respondes mi pregunta me veré obligado a hacer lo mismo contigo…
-Soy Pulque.

El asombro vuela como una mosca contagiando los rostros de los soldados. Ese nombre... Con una seña, el guerrero parlante le indica a sus compañeros que se arrojen sobre el héroe.

Una horda de carne y lanzas cae como un chubasco sobre la figura del semidios, quien con movimientos propios de Aquiles va despachando uno a uno los robustos cuerpos. Ninguno es capaz de tocarlo, ni con brazo ni con arma: la bestia mexicana los esquiva y golpea sin piedad, destrozando costillas y narices.

Cuando la carnicería no puede ser mayor, el soldado en jefe vuelve a dar una señal y sus subordinados se detienen.

-Realmente es él. Bien señor Pulque, le pido que nos acompañe. Hay alguien que lo está esperando.

Caminan varios kilómetros de desierto sin emitir palabra. Atrás queda la sombra del pueblo donde alguna vez Pulque no fue Pulque, ni siquiera un semidios, sino tan sólo el hijo de un carpintero y una costurera. Pero eso había pasado hace mucho tiempo ya, y los recuerdos se fueron perdiendo uno a uno. ¿Quién lo había llamado al cuartel de la Legión del Kaos? ¿Quién lo estaba esperando?

De pronto el porte de una gran fortaleza comienza a hacerse ver. A medida que se van acercando Pulque puede comprobar su grandeza. Sin dudas, ese debía ser el Fuerte del que hablaban.

Como en las murallas de las ciudades antiguas, en el Fuerte había una gran puerta de entrada. El grupo se reduce luego de traspasarla, y tan sólo cuatro guerreros acompañan al héroe hasta una pequeña pirámide truncada decorada al estilo azteca. El jefe le indica que es necesario subir la escalinata hasta una habitación que se encuentra en la cima y así lo hacen. Una vez arriba, dos de ellos se quedan plantados en la puerta mientras los otros dos ingresan escoltando a Pulque.

Un trono vacío descansa en el centro del lugar. Se escuchan unos pasos, y una silueta esbelta ingresa en escena. Los dos guerreros se inclinan, y luego de hacer una reverencia se retiran. La figura exclama:

-¡Yuma! Tanto tiempo sin vernos…

Al principio Pulque no es capaz de reconocer a quien le habla. Sin embargo, una ola de recuerdos lo asalta una vez más, como cuando había llegado al pueblo fantasma. No, no podía ser él. Y eso que portaba en su cintura, no podía lo que él estaba pensando.

Sólo una palabra, un nombre olvidado brota de sus labios:

-Mezcal…

Fermín Salvador Yuma de la Cruz y Julián Anselmo Benítez Guerra habían sido amigos de la infancia. Mucho antes de que Yuma fuera poseído por un semidios, ya había deseado ser un luchador de catch. Su compañero de juegos lo seguía en eso. A pesar de que cuando finalmente logró ser un luchador Yuma adoptó el patético nombre de Señor Maguey, de niños mientras jugaban a pelear y lanzarse uno sobre otro Yuma y Julián eran simplemente Pulque y Mezcal.

-Pulque…

Instintivamente ambos camaradas se ponen en guardia. Dan un unos pasos, rotando enfrentados sobre un círculo imaginario, siempre manteniendo la misma distancia. Midiendo sus fuerzas. De pronto Mezcal rompe la guardia y se echa a reír:

-Yuma, no has cambiando… ja, siempre jugando, como cuando éramos niños. ¿Quieres dar un paseo?

Julián lleva a Yuma a través de su vasto territorio, construido dentro de los límites del Fuerte. Pulque observa con atención: algo huele mal en todo esto. No puede ignorar los enormes edificios, las estatuas, los parques, los talleres, las huertas. Todo eso necesitaba de mano de obra, tanto para hacerse como para mantenerse. La respuesta llega sin que Pulque formule la pregunta: esclavos. Puede verlos por todas partes. Hombres, mujeres y niños trabajando bajo el sol. No era algo que un héroe digno de serlo pudiera permitir.

-¿Qué te parece lo que he logrado, hermano? Ni siquiera de niños, cuando jugábamos en la pobreza, podríamos haber imaginado esto. Hoy soy el rey aquí. Pero no te preocupes, yo nunca me olvido de mis amigos: tú también tendrás tu parte de la torta.
-Julián… Mezcal… Me das asco.

Mezcal se detiene en seco. Ensaya una sonrisa, imaginando una broma de parte de su compañero. Cuando éste continúa comprende que habla en serio:

-He visto a tus hombres matar a un anciano inocente. Ahora puedo ver cómo has logrado tus sueños de grandeza manipulando a mujeres y niños como esclavos. Si dejé que me guiaran hasta aquí fue sólo para saber quién estaba detrás de todo esto. Nunca pensé que serías tú…
-Qué desilusión… Parece que te tomaste muy en serio tu papel de héroe. ¿Y ahora qué? ¿Yo soy el villano entonces? Eres tan básico… ¿Cómo piensas detenerme?
-No necesito más que mis puños para bajar a un muñeco como tú.

Pulque arroja el primer golpe. Sin embargo, es fácilmente esquivado por Mezcal, quien toma el brazo del héroe y realiza una llave, manteniendo su cara contra la tierra.

-Quiero que mires bien una cosa, viejo amigo. ¿Ves esto? –Mezcal señala su cinturón, y las sospechas de Pulque se confirman- Ahora es mío. Yo lo hallé y me pertenece, y con él los poderes que contiene. Nunca podrás detenerme mientras lo lleve puesto.

Mezcal golpea con fuerza la cabeza de Pulque y todo se vuelve negro.

Continúa…