Breve enciclica acerca de "Los Cuatro" II.

Segunda parte.

De todas sus creaciones Dios no había dado crédito alguno a los microorganismos unicelulares con los que había estado experimentando antes de intentar armar un ser humano. Estos permanecieron en el olvido por muchos siglos, no dormían. Estaban evolucionando, mutando para convertirse en un azote para el hombre. Comenzaron a verse cosas jamás vistas, los animales morían repentinamente sin explicación, los que se alimentaban de sus carnes también caían, las heridas que antes cicatrizaban, ahora se convertían en horribles úlceras…había todo tipo de males: estaban los que hacían que el hombre delirara y su cuerpo hirviera de calor, los que provocaban vómitos y diarrea, y estaba el peor de todos: la lepra.
Algo imperceptible estaba diezmando a la población: “La Peste”.
Este papel en un comienzo seria entregado a un ser aborrecible llamado Baghat el oscuro, quien tenia especial interés en las ciencias ocultas y mantenía una estrecha relación con Luzbel (el ángel recientemente caído).
Baghat ya estaba negociando su alma con “El Adversario”, cunado Dios decidió ofrecerle un trato mejor: convertirlo en rey y señor de todas las plagas.
Dios lo invistió con una con una corona de hierro herrumbroso y le entregó un arco y un carcaj lleno de flechas, cada una con una ponzoña diferente untada en la punta (mas tarde uno de sus sucesores cambiaria estas armas a Caín por su espada, pero esa es otra historia). “Peste” montaría un caballo de un color blanco fantasmal y le concederían total domino sobre las plagas y bestias de la tierra.
Para Baghat esto no era una condena. Era un placer. Y para sus sucesores también lo seria…
Otra causa de muerte seria el tiempo…Dios decidió dotar a cada ser humano con una fecha de vencimiento, a veces prorrogable. La mayoría de las veces no.
Esta entidad debería ser justa, paciente y observadora. Su trabajo seria limitarse a observar y dar vueltas el reloj que contenía las arenas del tiempo cada vez que este marcaba una hora.
Nunca se supo bien quien fue ni de donde salió el anciano al que le encomendaron esta labor, pero parecía más viejo que el universo mismo y sabio. Junto con Caín es el único que permanece desde los comienzos. Le fue otorgado un caballo blanco y puro.
Hemos contado cuatro jinetes: “Guerra” con su espada de doble filo; “Hambre” con su balanza; “Peste” con su arco y flechas y “Tiempo” con su reloj de arena y eterna paciencia.
El primer paso estaba dado, la gente comenzaba a morirse de causas naturales, pero Dios no había tenido en cuenta lo siguiente: las almas de los difuntos quedaban vagando por la tierra. No hallaban consuelo ni reposo. Algo faltaba para que este plan terminara de cerrar. Una entidad más. Una capaz de liderar a “Los Cuatro”. La reina de todas las calamidades: “La Muerte”.
Reconozco que Dios se tomó su tiempo para investir a “Muerte”, primero debía decidir que demonios hacia con las almas ¿Dónde enviarlas?
Las buenas, nobles y puras irían al paraíso y las viles, sucias y despreciables al otro lado del universo…a la zona negativa (la historia del origen del universo será contada en otra oportunidad).
Para resumir: el Big Bang que dio origen al universo liberó dos energías opuestas. Energía positiva (de la cual está formado nuestro universo) y energía negativa (universo en el cual todo es antagónico a lo que conocemos) obviamente con tal explosión no se pudo evitar la filtración de de energías opuestas en cada uno de los universos…de no haber ocurrido de esta manera todo seria perfecto.
Llegó el momento de escoger a “Muerte”: Pirio fue el elegido, un temerario guerrero, pero noble venido de una isla de Creta. Dios lo envolvió en un manto negro y le otorgó una hoz para segar las almas y un caballo negro como la noche más oscura. Su trabajo era simple: debía recoger las almas de los fallecidos y transportarlas donde correspondiera según la naturaleza de esta. También debía acudir a los nacimientos y asegurarse que las almas redimidas encontraran una carnadura apropiada.
“Muerte” no podía estar en todas partes al mismo tiempo, así que Dios decidió dotarla con una capacidad que solo el poseía: la capacidad de dividirse en avatares infinitos y recorrer la tierra a sus anchas para realizar su labor. Su forma física permanecería en un sitio mientras que sus duplicados harían el trabajo.
Cuando la condena de Pirio llegó a su fin el lugar fue tomado por Aretino, pero esa es otra historia.